Friday, May 12, 2006

CUENTOS TRADICIONALES II



EL DRAGÓN QUE NO SABÍA LANZAR FUEGO

Había una vez un dragón que en lugar de lanzar fuego lanzaba agua. Una vez peleó contra un caballero y como lanzaba agua no le hacía nada y el caballero casi lo mató.
Otro día el dragón fue a una escuela de dragones, le enseñaban a lanzar fuego pero nunca aprendía.
El dragón peleaba, peleaba y nunca ganaba nada.
Hasta que un día peleó contra un granjero. Cuando estaban peleando estornudó y de repente le salió un montón de fuego de la nariz.
Y desde ese día al dragón siempre cuando estornudaba le salía fuego de la nariz.

Martín


EL JARDÍN ENCANTADO


Había una vez un caballero llamado Fernando que tenía una larga espada, un escudo dorado y una brillante armadura; estaba buscando el castillo encantado para encontrar el manzano mágico cuyo fruto tenía un poder inigualable, en los jardines embrujados.
Cuando estaba por irse del pueblo una señora le dijo:
-Estas cosas te servirán en el viaje. Y le dio un trozo de carne, una manzana, unas piedras y una gema violeta.
Ya en el bosque Fernando se encontró con un gigante que gritó:
-¡Tengo hambre! Y el caballero dijo:
-Tengo una manzana, tal vez te sirva para saciar tu hambre.
La sacó y se la dio a la manzana, la manzana se hizo grande cuando el gigante la tomó y se fue.
Entonces se encontró con el castillo pero un dragón cuidaba la puerta de entrada y pensó: “Si le doy el trozo de carne tal vez se vaya”.
Se lo tiró lo más lejos que pudo y el dragón se fue. Una vez adentro vio el piso cuadriculado y decidió tirar una piedra (para ver que podía pasar) y la piedra se hundió, entonces fue saltando de cuadrado en cuadrado hasta el otro lado.
Cuando abrió la puerta del jardín vio que era oscuro y unas luces volaban por el lugar, cuando una luz le iluminó el pie se empezó a quemar, entonces retrocedió y pensó:
“La gema puede reflejar los rayos de luz y así no quemarme”.Cuando la sacó empezó a flotar y todos los rayos se dirigieron a la gema. Entonces Fernando empezó a correr hasta el árbol, agarró un fruto y lo mordió. Todo volvió a la
normalidad.
El dragón se transformó en un manzano gigante, el piso se volvió de mármol y el jardín embrujado se transformó en un jardín lleno de vida y el árbol se transformó en una hermosa joven de cabellos largos de la cual Fernando se enamoró y días después se casaron y vivieron en el castillo felices por siempre.

Agustín

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